Porras Barrenechea pide una pensión de gracia para la viuda de Vallejo

Pedido oral realizado el 22 de agosto de 1956 a favor de Georgette Philipart.

Caricatura: Carlín

Caricatura: Carlín

Señor Presidente:

Quiero formular un pedido al ministro de Educación Pública, para que, si lo estima conveniente, envíe al Congreso un proyecto otorgando una pensión de gracia a la viuda de César Vallejo, el más grande poeta peruano de los últimos tiempos y, además, para que el Estado adquiera la propiedad de las obras inéditas de César Vallejo, que se encuentran en poder de su viuda, reservando a ésta los derechos de autor.

Nadie desconoce entre nosotros el nombre de César Vallejo, uno de los más auténticos y más grandes poetas que ha tenido el Perú, considerado hoy, quizá como el primer poeta de habla castellana, tanto en América, como en España. César Vallejo publicó primero un libro intitulado Los Heraldos Negros, que le colocó de plano entre los más calificados valores de la poesía modernista. Más tarde publicó un libro extraño y áspero Trilce, y al morir dejó un libro de Poemas humanos, que implica un revolución de las formas y de la misma lógica poética, libro de poesía honda, descarnada, extraña y trascendente, que le ha dado una celebridad definitiva y ha sido comentada por los más grandes críticos de Francia, España y de toda América. Este libro [Poemas humanos] que Vallejo dejó inédito y lo edité el año 1938, a mi costa, recogiéndolo de manos de su viuda.

Desde la publicación de Poemas Humanos. César Vallejo fue considerado como uno de los más altos exponentes de la poesía americana, junto a Pablo Neruda.

César Vallejo se revela en aquel libro, no solo como un poeta peruano, sino como un poeta universal. Los más grandes críticos de Europa y de América, Luis Aragón, Jean Cassou, Federico de Onis, Damaso Alonso, José Bergamín, los más grandes antologistas de América, lo consideran entre los más altos valores y sólo en el Perú se ha postergado y olvidado su memoria, como ha ocurrido siempre que han surgido hombres que le han dado prestigio, y se ha permitido que su esposa viva en la miseria. César Vallejo murió de hambre en París el año 1938. “ Me moriré en París con aguacero/ un día del cual tengo ya el recuerdo”, había dicho él, con angustia y presagiosamente, en un soneto célebre; y el tiempo hubo de confirmarlo trágicamente. Pero Vallejo, a pesar de su angustia humana universal, a pesar de sus convicción comunista- que no cegó en él ninguna de las fuentes de la bondad y de la comprensión humana-, escribía siempre pensando en el Perú y recogiendo en los giros de sus versos esencias peruanas, como cuando en París pensaba:

“ Que estará haciendo a esta hora mi andina y dulce Rita, de junco y capulí”, o cuando recordaba los días de fiesta provinciales, diciendo: “ Fue domingo en las claras orejas de mi burro, de mi burro en el Perú ( perdonen en la tristeza)”.

Y era al mismo tiempo el poeta desgarrado que cantaba el dolor de la vidad, al que le dolía el dolor universal, en versos de tan extraña originalidad como estos que voy a leer para traer a esta Cámara, que por algo esta presidida también por otro poeta, el acento de los versos de Vallejo:

“ Amado sea el que tiene hambre o sed, pero no tiene hambre con qué saciar toda su sed, ni sed con que saciar todas sus hambres. Amado sea  el que trabaja al día, al mes, a la hora, el que suda de pena o de vergüenza, aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,el que le paga con lo que le falta, el que duerme de espaldas, el que ya no recuerda su niñez; amado sea el calvo sin sombrero, el justo sin espinas, el ladrón sin rosas, el que lleva reloj y ha visto a Dios, el que tiene un honor y no fallece. Amado sea el que tiene chinches; el que lleva zapato roto bajo la lluvia, el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas el que se coge un dedo en una puerta, el que no tiene cumpleaños, el que perdió su sombra en un incendio, el animal, el que parece un loro, el que parece un hombre, el pobre rico,el puro miserable, el pobre pobre”.

Esta es la voz de César Vallejo, con quién el Perú aún está en deuda. Es necesario que el Perú se preocupe de sus propios valores y que los exalte. Todos los países de América exaltan a sus grandes valores representativos, a sus artistas y hombres de pensamientos; pero el Perú sigue siendo lo que dijo el Inca Garcilaso: «madrastra de sus propios hijos» y “apasionada madre de ajenos”. Es necesario que nos ocupemos de Vallejo, es necesario que su viuda no siga viviendo una vida miserable; que no siga teniendo una pensión de 600 soles que le había acordado la universidad y que después le fuera suspendida y es necesario que se publiquen las obras inéditas de Vallejo.

Sabemos, los que hemos revisado los manuscritos de Vallejo, que existen obras fundamentales de él que no han sido publicadas, principalmente sus obras dramáticas. Existe en primer término una tragedia incaica intitulada: La piedra cansada, existe una comedia sobre los problemas sociales que ocurren en Rusia intitulada: Entre dos riberas corre el río, y existe por último, una farsa cómica que se burla del oportunista político que sale de su provincia y llega a diputado y más tarde a presidente de la Republica, con el apoyo de la Cotarca Corporation, que se intitula: Los hermanos Colacho. Todas estas obras pertenecen a nuestro patrimonio espiritual y no deben perderse, que ya estuvieron a punto de perderse durante la guerra de 1939; y que sin embargo, fueron salvadas gracias a la devoción y al espíritu abnegado de esa mujer para quien el Perú, tiene un deber y a la que se ha dejado, sin embargo, en el más absoluto desamparo.

Por estas razones solicito que, con acuerdo de la Cámara, se dirija ese oficio al ministro de Educación Pública.

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  1. Hoy se recuerda al hombre del billete de S/.20, ¡político que leía poesía! y rescató poemas de Vallejo | PERÚ: Cultura, Arte, Arquitectura, Urbanismo, Cine, Literatura... etc... | Scoop.it

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