Valdelomar y José Vasconcelos van al barrio chino

Vasconcelos acudió a Valdelomar en busca de consejos amorosos y terminó consumiendo opio. Publicado en México, 1937. 

Caricatura: Benavides Garate

Caricatura: Benavides Garate

(…) Era menester hallar alguien más comprensivo de las debilidades humanas, y pensé en Valdelomar. Era este Valdelomar un “as“ de su generación, no más de treinta años, más bien alto, robusto, moreno, pelo negro bien peinado y vestido con afectada elegancia. El mejor cronista limeño; se le encontraba por la noche en La Prensa, diario independiente, grande. La página literaria que dirigía, la había puesto Valdelomar a mis órdenes, pero no escribía allí, me limitaba a visitar el diario, de cuando en cuando.

– ¿Qué va a hacer esta noche? Lo invito a cenar.
– Muy bien -respondió mi amigo- pero iremos donde los chinos. ¿Ya conoce el barrio chino? ¿No lo ha visitado? ¿Qué, es Ud. muy virtuoso? No lo creo, ¡un revolucionario de México!; en fin, no creo que se alarme de nada.

Tras el aperitivo en la Confitería de moda, donde se exhibía Valdelomar metódicamente, comenzamos a deambular por el barrio chino. Estuvimos unos minutos en el teatro de proyecciones y gritos, diálogos que no acaban nunca. Entramos después a una pulpería -tienda de abarrotes- de apariencia inocente. Se hizo señas Valdelomar con un chino, y nos introdujeron a interiores sombríos divididos en secciones, alfombrados con esteras, y encima pequeños bancos para colocar bandejas, para reclinar la cabeza otros, y cojines de almohada. Ya me había llegado la versión de que Valdelomar andaba con el snobismo del opio, pero hube de confesarle que era la primera vez que me asomaba a semejantes escondrijos y eso que en México, le dije, tuve mucha clientela china cuando fui abogado, ¡pero allí vivía tan lleno de ocupación!

Sentados a lo oriental, lo que para mí es un tormento, sólo tuvimos que esperar breves minutos para que el chino encargado, gran amigo de Valdelomar, nos trajera una mesilla y la lámpara; luego, de una cajita plateada, extrajo una onza de la sustancia preciosa, dorada, ambarina. Con destreza tomó Valdelomar su aguja y la empapó en el líquido viscoso; en seguida, acercando la gota a la flama, se hizo una esferita refulgente, se difundió un aroma penetrante, característico. Empastó después el agujerito de una pipa larga con sustancia olorosa y picó para restablecer la corriente de aire en la cánula.

– ¡Vea cómo lo hago para que luego me imite! y aspiró con los pulmones; chirrió un poco la droga al ser acercada a la flama y un humo más denso que el del tabaco y mucho más aromático, describió espirales, salió poco después por la boca, las narices del fumador…

Sin aspirar con la perfección de mi amigo, logré, sin embargo, ingerir tres o cuatro raciones o pipas. Entretanto la conversación se animaba. Adivinando mi preocupación grave, el buen sujeto que había en el fondo de aquel pedante, un poco engreído de su éxito, comenzó halagándome.

– ¿Sabe lo que me gusta de su Pitágoras? El estilo…
– ¿Cómo?, -reí extrañado- ¡estilo! si no es libro de estilo, presume de ideas…
– Está bien, está bien; pero el estilo, mi amigo, el estilo, recuerde Ud. a Oscar Wilde. ¿Conoce Ud. la prueba a que yo someto un estilo? Me pongo a ensayar un cambio de las palabras que ha usado el autor; si lo que yo sustituyo resulta mejor, el estilo es malo, si no puedo hallar un léxico más preciso, el estilo es bueno… su estilo es claro, preciso…

En seguida, ya acostado, me leyó un artículo que debía publicar el domingo siguiente: “Los gallinazos de Lima“ -nuestros zopilotes de Veracruz (especie de cuervos americanos). El estilo de Valdelomar era nervioso, imaginativo, nutrido de finas ideas artísticas. Tanto así que años más tarde, al leer las páginas de Joyce, me vino a la memoria una novela de Valdelomar, publicada en la Lima de mi época, en la cual hay un capítulo maravilloso por las visiones desconyuntadas de un enfermo de fiebre.

Media hora de conversación y volvimos a las pipas.
– ¿Puede usted llegar a seis sin exponerse a las náuseas? -Yo ya voy en la catorce- explicó. Luego se puso a opinar: – Esto del opio es una parranda de inteligencia, se aguza el ingenio. Ya ve usted: se alterna la conversación con el fumar y, un poco más tarde… A ver, tú, que nos preparen un pollo con arroz y chopsuey y traigan más té…

Llevaron té y pastas chinas, confituras delicadas y las pipas…

Valdelomar inquirió:

– ¿Empieza ya a sentirse despejado, libre de preocupaciones?… Ya verá; con esta otra fumada se le quita ese ceño que trae… No hay nada que importe, mi amigo… ¿Su patria?… ¿para qué quiere usted estar allí ahora entre Panchos Villas y ese Carranza que tiene cara de ser tan bruto? Estos pueblos, mi amigo, no nos merecen a los intelectuales… Dedíquese, como yo, a explotar burgueses… Esta sociedad de Lima… Usted la ve, son unos burgueses sin gusto para el arte, la literatura… hay que educarlos… educar y explotar al burgués… para que nos pague a los intelectuales, el lujo a que tenemos derecho…

Contra lo que había imaginado, la droga no me producía sueño, sino, como advirtiera Valdelomar, un despejo engañoso de la mente…

Y serían las dos de la mañana y Valdelomar conversaba:
– Imagínese Ud. lo que me pasa… Como usted sabe, soy el maestro de esta nueva generación de poetas y los tengo educados en el orgullo de la personalidad; es necesario hacerlo así, para dar a respetar al intelectual en estos medios mercantilistas. Pues bien, me ha salido por allí en provincias un discípulo que me está sacando el pie. Ha hecho publicar unos versos en que dice: “Paso por la calle como un Dios“… ¡Habráse visto arrogancia, y por las calles de Huancavelica! ¡Si siquiera se pasease por las calles de Lima!

No sé a qué hora nos despedimos.

There are 4 comments

  1. Yadir G

    Esta Valdelomar es un diferente al que acabo de leer en su espístolario, donde se muestra como un hombre tierno, que extraña a su familia y sobre todo a su madres.

    Valdelomar tiene mucha historia que contar, siempre nos tiene sorpresas. Pero su viaje de Opio es leyenda.

    Buen Trabajo, saludos

  2. RPPC

    Sí, es como si hubiesen varios Valdelomar, aunque como dijo Stevenson todos somos varios a la vez. Gracias de nuevo por la entrevista Yadir.

    Seguirá la publicación de más textos, eso es seguro.

    rppc

  3. Yadir G

    Espero poder mandarte un texto del epístolario que menciono. Hay una carta dirigida a Eguren, Enrique Bustamante y Ballivián. Voy a darme tiempo para madarte esa carta, ya que es corta, las demás son un poco largas. Un abrazo; y de nada, es un gusto compartir buena información con el público.

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